Wednesday, December 01, 2010


Filipinas: “Magaling o hindi, kuya??”

He intentado empezar esta historia 4 veces sin éxito alguno. Relatando mis 3 semanas en Manila, incluido el puente que pase en Puerto Galera, como un diario de viajero podría completar 20 páginas que puedo asegurar nadie leería. Intentando plasmar los contrastes gastronómicos que reflejan la cultura filipina como balut, huevo de pato ya fertilizado con su embrión dentro que se cocina al igual que un huevo duro realmente es delicioso, si se logra pasar la barrera del aspecto desagradable; sabalote (pescado nacional) sancochado en tamarindo; chicharron revuelto con tofu, fiel al concepto católico de “el que peca y reza, empata”; mango verde con salsa de ostras… podría escribir un libro de cocina muy subjetivo. Queriendo describir la personalidad de Manila llena de centros comerciales con hordas de hobbits “vitrineando “, Jeepneys que son jeeps de la segunda guerra mundial modificados para funcionar como una mini-buseta(con guerra del centavo incluido) y acicalados supremamente folclórico, el sobrepoblado metro (MRT-LRT) que intenta movilizar a más de 13 millones de personas que viven en el denominado Metro Manila (17 ciudades que conforman la región metropolitana de Manila) logrando transmitir la sensación de una sardina en una lata, una mezquita en la mitad del barrio donde se encuentra cualquier cosa pirateada, crucifijos adorados con incienso y guirnaldas rojas en Chinatown, murallas y fuertes Españoles en Intramuros… necesitaría varios tomos y una musa literaria dedica 100% para poder terminarlo rápido. Contar anécdotas como oír una canción de Fonseca en un restaurante mexicano en La Glorieta; la visita a un asentamiento indígena cerca a Puerto Galera; las parrandas que nos pegamos con Edgar “el parcero” en White Beach; el exquisito emparedado que me comí con el dueño de la empresa donde trabajo en una casa de citas… lo juro, llegamos allá por casualidad… serio; las cacerías del atardecer en Manila Bay, que según Lonely Planet es un evento imperdible estando en Manila… no tiene sentido para mí hacerlo en papel, eso toca contarlas mojando la palabra con pola.

Así que decidí agradecer a la gente que de una u otra forma compartieron algún tiempo conmigo en Filipinas, algunos viajeros de paso otros profesionales, escritores, fotógrafos aficionados, repatriados luego de más de 20 años de estar por fuera, mis geeks y no tan geeks compañeros de trabajo, celadores, meseros, compañeros de juerga… hasta encontré enamorados de Colombia en un bar de salsa :). Todos ellos comparten una amabilidad sin límites, procurando siempre ser los mejores anfitriones y mostrar la Filipinas que conocen… la Filipinas alegre y relajada. A todos los kuyas (palabra en tagalo para “hermano”) gracias por hacer de mi estadía en Filipinas una experiencia que quiero repetir algún día. Me sentí como en casa, como en Colombia… hasta pensé empezar a saludarlos “bien o no, hermano??”

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